A cierta edad,
empiezas a percibir
casi todo
como
una
bella pintura,
las gallinitas del vecino
picoteando en el espejo
retrovisor,
las voces de la radio tan exageradamente divertidas
por
la
mañana,
el tren siempre acogedor y democrático,
la lluvia puntual,
el vacío en el trabajo
la tinta malva en el papel.
lunes, 20 de enero de 2014
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