no siempre el que recibe está tan
feliz como el que da pero
comprende su gran emoción
regalando,
hasta él me ha dejado comprarle
zapatillas, recuerdo que un día
cuando era joven y tan solitaria
como ahora
él
y ella me llevaron pasteles a mi casa
no recuerdo los pasteles, recuerdo
la visita, si treinta años después
te compran pasteles
pero
no te quieren
ni ver ... pues ya sabéis por donde
se tendría que haber metido los pasteles.
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